21 junio 2013

Crónicas de Valsorth - Turno 37



TURNO 37 – Veintiocho de febrero del año 340, montañas Kehalas.
El grupo, tras debatir las opciones que ofrece la ciudad, opta por presentarse a formar parte de los Yelmos Negros y ayudar a la defensa de la ciudad. Así, un veterano guerrero les hace una rutinaria entrevista, en que comprueba que no tienen delitos en Eras-Har, y tras un simple juramento, son nombrados soldados de la ciudad. Tras vestirse con la casaca negra con el símbolo del caballo encabritado en el pecho, son convocados en el patio por su mando directo, al sargento Dele’Or.
La patrulla la forman seis soldados, más los cuatro aventureros, dirigidos por el sargento, que ya desde un buen momento deja claro que no quiere problemas.
- Debemos cumplir con nuestra guardia. Así que hagámoslo y no busquemos problemas.
Entonces les explica que su cometido durante la tarde es investigar en el barrio norte la desaparición de Eban, el hijo de un comerciante que desapareció la noche anterior.
La patrulla cruza el río Durn y entra en el barrio de chavolas, callejones malolientes y caminos embarrados de nieve sucia que es esta zona. Dele’Or ordena entonces separarse, yendo él con cinco soldados al norte, mientras los cuatro aventureros y un soldado llamado Dhao se encargan de investigar por los alrededores del Agujero de Ratas.
La patrulla, bajo las miradas rencorosas de los habituales del barrio, se adentran en esta plaza, donde se monta un mercadillo ilegal cada día y en que se vende y compra objetos robados o ilegales. Allí Fian empieza a preguntar sobre si alguien vio al chico desaparecido, aunque sólo obtiene el relato de unos niños, que le explican que el noble estuvo ayer por la noche en el Agujero, borracho y preguntando por una mujer.
Por su parte, Mirul busca alguien que venda oro, y junto a Olf interroga a un ratero que vende baratijas robadas. Pero sólo obtienen información de que Eban buscaba a una mujer, quizás una de las prostitutas que abundan en el barrio.
Preguntando a un mendigo, el viejo les explica que vio al noble ayer por la noche. Primero le vio pasar tambaleándose hacia el Loto azul, un prostíbulo cercano, de donde salió poco después, gritando y llorando. Se perdió por un callejón hacia el norte, algo poco recomendable a esas horas de la noche.
Siguiendo esta pista, el grupo se dirigió al Loto Azul, un prostíbulo en una vieja casa de piedra, donde Orun y Fian entran fingiendo ser soldados buscando chicas, lo que les cuesta 1 Moneda a cada uno. La vieja señora les lleva a una sala donde les presenta a las chicas, de toda condición y pelaje, pero entre las que destaca una mestiza elfa de piel color ceniza. Fian, convencido de que esta es la mujer que buscaba Eban, la elige y sigue a la chica a su habitación. La mestiza de cabello oscuro y ojos felinos, se quita sin reparos la ropa y se acerca al paladín. Fian, resistiéndose a los encantos de la prostituta, trata de hablar con ella, pero ella apenas habla el idioma común. La chica le explica que Eban es un cliente suyo, que ayer vino a verla totalmente bebido y drogado, que se quiso propasar y que los brutos que vigilan a las chicas echaron a patadas al noble, que se fue llorando por las calles.
Una vez fuera, Fian recoge a Orun, que ha aprovechado el tiempo para “interrogar” a otra mujer, y se reúnen con el resto fuera. Siguiendo la calle del norte, encuentran un callejón lateral donde hay muestras de que hubo una lucha y alguien fue arrastrado. Preguntando a un par de vecinos, descubren a una mujer que lo vio todo:
- Un chico estaba borracho en el callejón. De pronto, dos sombras cayeron sobre él. Se trataba de dos hombres vestidos completamente de negro, que lo dejaron inconsciente y se lo llevaron por la calle hacia el oeste.
Cerca de la medianoche, y a punto de acabarse su turno, el grupo sigue investigando por los callejones, topándose con dos ladronzuelos que huyen a la carrera al ver a los soldados. Tras perseguirles por las calles nevadas, Orun atrapa a uno, mientras Olf hace lo mismo con el otro. Mirul, investiga el portal donde estaban reunidos y encuentra un saquito con polvo de Sueño de Liz, una droga famosa en el barrio. Interrogan a los rateros, pero poca información obtienen más. Justo en ese momento, Olf descubre a una sombra que les observa desde un tejado. Se trata de un hombre vestido de negro, que huye antes de que pueda atraparlo.
Pasada la medianoche, el grupo se reúne con el resto de la patrulla, y explican sus averiguaciones al sargento Dele’Or, que se muestra más enfadado por su retraso que satisfecho por sus progresos. De vuelta al fuerte de la milicia, les dice que explicará lo sucedido al capitán Orlant. Agotados tras un largo día, se retiran a descansar al dormitorio común, tras recibir su paga por los trabajos del día.

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