11 marzo 2012

Crónicas de Valsorth - Turno 3


TURNO 3 – Cinco de enero del año 340, montañas Kehalas.
Al caer la noche, la niebla se cierne sobre el pueblo y le da un aspecto fantasmal. Los habitantes de Rocavalle se refugian en sus casas y otros se reúnen en la posada a salvo del frío.
Olf, después de descansar durante todo el día, sale de la cabaña y se acerca a la casa de Olmak para preguntarle por aventuras o formas de ganarse la vida. Sin embargo, en la puerta se encuentra con Holga, la mujer del líder bárbaro, y Gurndir, uno de sus hijos.
- Olmak no desea ser molestado ahora –le dice la mujer-. Será mejor que vayas a otro sitio en busca de trabajo. Ya tenemos suficientes problemas, y no pienso perder a otro hijo por culpa de estúpidas peleas con los soldados.
Olf se queda plantado ante la puerta, cruzándose de brazos y amenaza con darle una buena lección a ese chico si no le deja hablar con su padre. A pesar de sus palabras, Holga se mantiene inflexible y amenaza con avisar al resto de hermanos si sigue molestando. Por tanto, Olf regresa a la cabaña a descansar. Mientras, el taciturno brujo Varel se va a pasear por los alrededores del pueblo, pero no regresa en toda la noche.

Por su parte, Orun vuelve a ir en plena noche a la posada del pueblo, donde intenta no pasarse con la bebida y pronto se encuentra haciendo apuestas con otros 3 lugareños. Orun saca su puñal y hace juegos de manos, haciendo bailar el puñal entre sus dedos sin cortarse. Olf falla en su intento y se corta en un dedo, además de perder la apuesta Entre las risas de los leñadores, se retira ya de madrugada hacia la cabaña.

Por la noche, Fian trata de convencer a Mirul para ir juntos al día siguiente a los bosques en busca de plantas y animales, pero la elfa tiene otros planes. Así, al amanecer un día gris y nublado, el paladín deja el pueblo en solitario y se interna hacia el este. Allí prepara una trampa y espera poder cazar alguna presa de valor. Tras esperar varias horas, alguien cae en la trampa y el paladín comprueba que un hiallu ha caído en la trampa. Con manos expertas, extrae los colmillos del maloliente cuerpo del lobo gigante, pues sabe que estos son conocidos por sus capacidades de daño a la esencia. Satisfecho tras una jornada de trabajo, regresa al pueblo, donde se dirige a la abadía. Allí, habla con Frau Ruala, que se muestra muy sorprendida de que el paladín haya eliminado a una de esas sucias criaturas.
- Necesitamos más corazones de hierro como el tuyo –dice la mujer-. La oscuridad crece a nuestro alrededor y sólo nuestra fortaleza puede evitar su avance. ¡Por supuesto que puedes dormir hoy en el dormitorio común! –exclama cuando se lo pide y el paladín recibe una cena caliente y un jergón donde descansar.

Durante ese día, Mirul se dirige al mercado del pueblo, para intentar vender la planta de Cruz blanca que encontró, y no tiene problemas para hacerla. Después se acerca al barracón de la milicia, donde habla con los Escudos de Liriam que guardan el edificio. La elfa habla con los soldados, que sonríen burlones al ver a la mujer preguntando por manifestaciones del mal. La mujer responde con gracia y consigue ganarse su amistad, de modo que le dejan pasar y hablar con el capitán Ulkir.
Ulkir es un norteño procedente de Liriam, hijo de una familia importante y que llegó a Rocavalle para ganar puntos en su intento de ostentar un alto cargo dentro de los Escudos.
- Los indicios de que algo oscuro se cierne sobre este valle cada vez son más claros –le dice el hombre-. Como si no fuera suficiente con esos vagabundos bárbaros que viven al otro lado del río, hoy han llegado noticias a la posada sobre un cazador que ha sido encontrado asesinado. Al pobre desgraciado le habían partido la espalda, los brazos y las piernas, y tenía un tremendo mordisco humano en la cara. Sin embargo, ni le habían quitado la bolsa ni un collar de plata que llevaba. No sé muy bien que puede ser, pero puedes descubrir más en la posada. Habla con Murna, la camarera.
Tras esta conversación, Mirul regresa a la cabaña.

Por último, Orun callejea por las peores calles del pueblo, en el barrio bárbaro. Allí busca algún animal y encuentra a un viejo bárbaro que vende de todo en un puesto callejero. Entre sus cosas, hay una jaula donde tiene encerrada un águila de los bosques. El viejo bárbaro sin embargo pide demasiado para los bolsillos del cazador salvaje.
Después, el salvaje sigue paseando por la orilla del río, hasta la forja de Uldik, un bárbaro que trabaja el acero con fuerza y destreza.
- Oye chico –le llama el herrero-. Pareces alguien capaz de darme lo que necesito. Verás, necesito piedras del río, cantos rodados que pueda machacar para conseguir buen polvo de piedra. Si me traes unas cuantas te pagaré una moneda de plata. Eso sí, ten cuidado con los peces voladores. No pienso recibir ninguna queja si pierdes un dedo al buscar piedras.

Es de noche cuando Mirul y Orun se reúnen con Olf en la cabaña. Entonces aparece el líder bárbaro, acompañado de su mujer y sus cuatro hijos.
- Lo siento, pero si no pagáis tendréis que dejar la cabaña –les dice-. Si queréis quedaros, tenéis que pagar 15 monedas de plata por toda la semana. Después de los problemas que tuvo mi hijo con el capitán Ulkir, lo último que necesitamos es más líos con extranjeros pendencieros. Por esta noche os podéis quedar, pero mañana o pagáis o deberéis iros –les dice antes de volver a su casa.

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